domingo, 27 de mayo de 2012

Potosi su arquitectura y su mina

Esta ciudad histórica me toco enfermo. Llegue así de Oruro, pero realmente mi malestar se había originado en Coroico, por culpa de una trucha que me intoxico. Me la sirvieron en un restaurante ubicado al frente del hotel. Sin embargo, esta ciudad me sirvió para descansar un poco y claro recuperarme. No obstante, la viví a mi manera. Conocí algunas iglesias y reconocí sus entornos particulares. Pero lo mas importante de esta ciudad es su gran mina y para conocerla, existen innumerables visitas turísticas al interior de esta histórica mina. 





Por esta, Argentina tiene su nombre y su rio mas importante. Y lo paradójico es que esta en Bolivia.




Hacer la transformación hasta convertirnos en unos seudo mineros, fue un ejercicio interesante. Disfrazarnos y convertirnos en humanos que se introducen en la tierra, fue una metarmofosis no solamente física sino también en la medida que Sol nos daba instrucciones y en especial cuando fuimos entendiendo el carácter de la visita, ahí se transformo en una sensibilización que nos llevo a dimensiones no previstas. 





Tener en la mano dinamita, que usan casi a diario estos seres, sabiendo que en Colombia, si bien se usa mucho en la minería, teniendo esa cantidad de historias violentas de explosiones, me hicieron entrecortar la voz cuando hice referencia al tema.




Ver dinamita en una tienda me aterro. Pero Sol nuestra guía lo hizo con tal naturalidad que me acostumbre a verla cerca. Algo parecido sucede cuando uno en Colombia le dan coca. Claro diferente a “cocaína”. Cuando se comparte momentos con los hermanos indígenas, como lo hicimos en Nabusimake, la planta sagrada de America, se convierte en algo familiar. 




En esta ocasión sabiendo que los mineros necesitan de ambos elementos para producir. Usan la coca para trabajar dentro de la mina y la dinamita, para ampliar sus socavones.



Caminamos dentro de la mina cerca de dos kilómetros nos dijo Sol, nuestra guía.



Dentro de la mina, el universo es limitado. Se perciben olores diversos, desde el sudor de las personas, como la acumulación en algunas ocasiones de gas carbónico producto de la respiración de muchísimas personas que están dentro, tanto trabajadores, que según nos informo Sol asciende a 14000 mineros.



La cultura dentro de estas minas tiene una tradición de muchos años. Sin contar con el sincretismo religioso que seguramente ha producido ritos, leyendas y costumbres que se viven dentro de estos socavones. Esto lo explica Sol al lado de un especie de fetiche en un lugar donde hemos llegado arrastrándonos por un paso muy estrecho.



Ya fuera de la mina, se respira un aire distinto y el alma ha percibido nuevas formas de afrontar la vida, que sorprende cuando se ha estado dentro.



Las fotos de los amigos: de Elien Declercq y Camilo


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