Edwin, amigo de Cristian me
ofreció servir de guía en las ruinas incas de Ollantaytambo. Con gusto acepte, fue un guía especial, me llevo por las calles de esta ciudad Inca que se mantiene viva, pues sus habitantes viven allí, en el sitio original.
Para llegar desde Cusco el minibus corto camino para llegar mas pronto y nos llevo por un sitio con un paisaje que me hizo recordar a Boyaca.
Para llegar desde Cusco el minibus corto camino para llegar mas pronto y nos llevo por un sitio con un paisaje que me hizo recordar a Boyaca.
Al llegar me espera Edwin
quien se ha ofrecido como guía en el recorrido. El me pregunta que quiero
hacer, le respondo que es mi guía y por consiguiente el dirige el camino. Me
muestra su ciudad que es Inca viviente, pues sus habitantes residen en las
casas que construyeron sus antepasados. Sus calles son estrechas y por la mitad
va un canal que sirve para que las personas recojan agua, laven sus ropas y
para quienes tienen su chacra, mojen sus cultivos o den de beber a sus
animales. Cuando hemos caminado uno rato, me dice que ha visto a su padre caminando
por las calles empedradas. Después de mirar una mujer lavando ropas en uno de
esos canales, me presento a su padre y mi sorpresa fue la de encontrar a una de
las personas que estaba silenciosa en el transporte que nos llevaría temprano a
Ollantaytambo y se sorprendió al verme con su hijo.
Ollantaytambo |
La razón es simple, unas
dos horas atrás en Cusco, cuando íbamos saliendo de esa bella ciudad, la
policía en un reten, paro a nuestro conductor. Yo como extranjero no quería
abrir la boca, pues completamos cerca de media hora y nadie decía una palabra.
Todos circunspectos, silenciosos y conformes esperaban a que se solucionara la
situación. No aguante y le pedí a un joven que estaba sentado a mi lado que
fuera hasta donde el conductor y le preguntara cuanto tiempo mas se iría a
demorar. La sorpresa para todos fue la de informarnos que su vehículo no tenía
licencia para servicio público. Al ver los policías que los pasajeros se
estaban apeando del vehículo, resolvieron mandar uno de sus agentes con todos
nosotros hasta la terminal en el centro de Cusco. Esto nos significó cerca de
una hora y media de retraso. Claro cuando nos vimos en Ollantaytambo, el padre
de Edwin, me miraba con sorpresa. Fuimos a un restaurante de unos conocidos y
mandamos preparar “alpaca”, primera vez en la vida que comería de esta carne.
Como no habíamos hecho el recorrido, Edwin, quiso que conociera su casa y a sus
familiares, entre ellos a su madre y su hermano menor. Como buena madre, nos
sirvió almuerzo, sin saber que ya habíamos mandado preparar uno especial. Nos
toco ir al restaurante y decir que volveríamos mas tarde, después de hacer el
recorrido, que resulto muy especial.
Antes de acceder al lugar de
las ruinas se nos sumo un joven argentino quien nos acompañó buena en parte del
recorrido. Este sitio resulto ser muy interesante. Encontramos una piedra que
la identifique como especial para hacer observaciones del sol, pues tiene unas
protuberancias que seguramente le servía a los “incas” para saber con precisión
la posición del sol y seguramente las épocas de cosecha, siembra, riegos, entre
otras acciones que seguramente realizaban. El recorrido se extendió hasta casi
el anochecer. Pasamos por la feria que se instala en la puerta de acceso a las
ruinas y Edwin me presento a una tía, que es muy parecida a su mama. Le dije
que parecía una “fotocopia”. Se rieron y me conto que vende en ese sitio además
de artesanías. Como finalmente “alpaca”, me gusto mucho esta carne. Luego caminamos
por las calles y finalmente me acompañaron el y su hermano menor hasta la estación
de los buses, cercana a la estación del tren que va a Machu Picchu. Por el
camino vimos como se ocultaba el planeta Venus, dejando en estos dos hermanos
alguna curiosidad sobre la astronomía. El transporte me llevo hasta la ciudad
que me sirvió de dormitorio para recorrer esta bella región peruana.
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